jueves, 30 de junio de 2011

Control de la ira


El pádel, contrariamente a lo que mucha gente piensa, es una actividad que requiere de mucha psicología y un gran control mental. Los buenos jugadores ponen cara de póker para no reflejar dudas o debilidades que puedan envalentonar al rival. Desafortunadamente en algunas ocasiones, el torrente de emociones que invade al jugador es tan grande que no se puede disimular, y el 99% de las veces sucede en los fallos propios, en esas grandes cagadas en donde el padelista desata contra sí mismo toda la furia que no ha demostrado contra el rival.

Cada uno expresa el cabreo o descontento de manera muy particular, pero suelen existir una serie de características comunes que nos igualan a todos y en las que más de uno se sentirá identificado: 

1. Tacos. La manera más habitual, simple y vacía de contenido para expresar la frustración. Afortunadamente nuestro idioma nos ofrece una rica variedad donde elegir. Están los clásicos ("hostia", "joder", "coño"), las deposiciones varias ("me cago en dioxxx", "me cago en la puta", "me cago en mis muertos", "mecagoentó") y los más despiertos optan por la originalidad y la inventiva ("me cago en la teta de la Virgen para que el niño chupe mierda").

2. Berrido. Donde el taco no llega y donde más nos reencontramos con nuestro instinto animal es cuando simplemente un grito lo dice todo, desde el rugido del oso o el león, hasta el chillido agudo mariquita cuando el fallo es lamentable y denigrante.

3. Hablar con uno mismo en tercera persona. El jugador se pone en lugar de otra persona y empieza a recriminarse: "¿pero qué haces?", "¿cómo te juegas esa mierda?", "no Miguel, eso no". 

4. El autoinsulto. Complementando el punto anterior y el punto 1, el jugador empieza a ser cruel con uno mismo: "¿pero cómo eres tan gilipollas?", "haciendo el capullo de esta manera no vas a ninguna parte", "mira que eres necio".

5. El entrenador que todos llevamos dentro. Ya sea en primera o tercera persona, el jugador intenta darse consejos para rectificar su juego o explicar sus fallos. El entrenador puede ser benévolo ("venga, en el próximo juego  tienes que ser más agresivo") o un auténtico malnacido ("mira que eres necio, tontolculo, ¿cómo te juegas esa bola sin mover los pies?, ¡flexiona esas piernas, payaso!").

6. Autolesionarse. En la pista se entra a sufrir, ya sea el juego del rival, los autoinsultos o los propios golpes. No es extraño que ante un fallo un jugador se dé golpes con la pala, generalmente en el pie o la pierna. ¿Por qué? (leer con acento Mou) Pues seguramente para no caer en el ridículo del punto 7.

7. Ira contra los objetos inanimados. Al final casi siempre intentamos buscar culpables externos; si descartamos al tiempo (sol, luna, viento, lluvia, calor o frío) sólo nos quedan los elementos de la pista y la pala. Teniendo una herramienta multiusos en la mano (pala) es habitual que algunos traten de utilizarla como pico para abrir una estación de metro en la moqueta o para poner una puerta adicional en la pared. También es habitual tratar de bajar un poco la altura de la red a palazos, que siempre está más alta de lo que debería (o lo parece). Todo esto puede combinarse con patadas allá donde no llega la pala.

Todos estos comportamientos son bastante lamentables aunque son habituales. Generalmente los ataques de ira son breves pero combinados. Lo normal es un 2+1 (berrido+taco), o un 3+4 con toques de 5. El 6 suele ser un acto aislado, puntual y silencioso, mientras que el 7 puede ir desde la tranquilidad y serenidad del 6 hasta la orgía total de combinarlo completamente en un 1 al 7. Creo que esto último incluso es un logro de la Xbox o un trofeo de la PS3.

Desde este humilde blog pedimos a nuestros numerosísimos lectores que traten de controlarse, que estos comportamientos no llevan a ninguna parte, que sean respetuosos y que, llegado el caso, si no pueden controlarse, que lo paguen con el rival, que desde la propia perspectiva siempre se lo merecerá más que uno mismo.